Dibujo de Hipatia por Jules Maurice Gaspard (1862 - 1919) |
Muchos consideran a Hipatia como la primera mujer científica
de la historia. En una época en la cual las mujeres tenían poco o nulo acceso
al saber, Hipatia supo abrirse camino convirtiéndose en una destacada estudiosa
de las ciencias de amplio reconocimiento público.
Aunque se discute cuál fue con exactitud la fecha de su
nacimiento, la mayoría de las crónicas sitúan este acontecimiento en el año 370
d.C, en la ciudad de Alejandría en Egipto. Era hija del matemático y astrónomo
Teón de Alejandría, profesor del Museo de Alejandría (fundado por Ptolomeo I,
rey de Egipto), quien educó a su hija desde muy joven para hacer de ella un
individuo completo según el ideal griego, un ser humano que cultivara tanto la
sabiduría como la belleza y la razón. Así, el cuidado físico se combinó en la
formación de Hipatia con el cultivo de las artes, las ciencias y la música. Asimismo,
para completar su educación viajó a Roma y Atenas, donde se instruyó en filosofía,
matemáticas y astronomía.
Dados sus orígenes y su vasto conocimiento, se convirtió en
una digna heredera de la gran tradición científica del Museo, que ya para la
época era una auténtica universidad a la que asistían alumnos ansiosos de
conocimiento. Fue así como se convirtió
en una renombrada profesora que daba lecciones públicas sobre las ideas de Platón
y Aristóteles, destacándose en los campos de las ciencias.
Respecto al saber de Hipatia, Sócrates el Escolástico escribe: «Llegó a tal grado de cultura que superó a todos los filósofos contemporáneos, heredó la escuela platónica que había sido renovada en tiempos de Plotino, y explicaba todas las ciencias filosóficas a quienes lo deseaban. Por eso quienes deseaban pensar de modo filosófico acudían hacia ella de todas partes». Por otra parte, tanto Filostorgio como Damascio señalan que Hipatia aventajó a su padre en saber, en astronomía y en su dedicación a la filosofía. Dice Filostorgio: «Aprendió de su padre las ciencias matemáticas, pero resultó mucho mejor que el maestro, sobre todo en el arte de la observación de los astros». Y Damascio: «De naturaleza más noble que su padre, no se contentó con el saber que viene a través de las ciencias matemáticas a las que él la había introducido, sino que, no sin altura de espíritu, se dedicó también a las otras enseñanzas filosóficas». Es decir, Hipatia siguió las enseñanzas de su padre matemático, pero fue más allá en sus estudios de los movimientos de los astros y, sobre todo, al ampliar el horizonte de sus investigaciones desde la ciencia hacia la filosofía. Eso la hizo famosa y atrajo hacia ella a muchos oyentes y discípulos, entre los cuales destacaron el obispo Sinesio de Cirene y Orestes, que llegó a ser prefecto de Alejandría.
En cuanto a su legado científico, Hipatia escribió el
Comentario de la “Aritmética” de Diofanto, uno de sus matemáticos favoritos,
que dio un impulso decisivo al álgebra con la creación de unos signos
matemáticos que simplificaban y agilizaban las operaciones y los cálculos. El
texto de Hipatia permitió que el trabajo del científico se diese a conocer.
También se interesó por Apolonio de Pergamo, ya que la geometría de las figuras
cónicas, introducida por éste, le resultaba crucial para el posicionamiento de
los cuerpos celestes. También llevó a cabo un análisis matemático de los
movimientos de los astros descritos por Tolomeo en Las Tablas o Canón
Astronómico, aunque se desconoce si formaban parte del libro III o si
constituían una obra original. Y en lo que se refiere a las ciencias aplicadas,
sabemos gracias a los escritos de sus discípulos, que confeccionó un
planisferio celeste y un hidroscopio para pesar los líquidos.
Al contrario de lo que muchos piensan, Hipatia siempre se
mantuvo al margen de las continuas disputas entre paganos y cristianos que
tenían lugar por aquel entonces en Alejandría, manifestando una postura
racional frente a la tradición helénica. Sin embargo, sí tomó partido en los
asuntos municipales, ejerciendo su influencia en la esfera política y en la
alta aristocracia, ya que era conocida y respetada por sus valores éticos y su
sabiduría.
En el 412 d.C, Cirilo
fue elegido como obispo de Alejandría; sucesor y sobrino de Teófilo, quien
habría impulsado a las masas devotas a destruir el famoso Serapeo y su
biblioteca. Parte de los cristianos de Egipto se opusieron a su nombramiento
por sus ideas intolerantes, ya que atacaba a todos los colectivos religiosos
que no aceptasen el cristianismo impuesto con el pretexto de purificar la fe.
Alejandría se sumió entonces en un clima de extrema violencia, con asesinatos
entre grupos de creencias diferentes sucediendo continuamente.
Para Cirilo, la influencia de Hipatia entre los altos cargos
de la política representaba una amenaza. Envidiaba el prestigio social que
gozaba entre las capas sociales altas de Alejandría. Sin embargo, no se sabe a
ciencia cierta qué desencadenó la furia de Cirilo contra Hipatia, quien ni
siquiera era una intelectual combativa y hostil al cristianismo, de hecho,
tenía discípulos cristianos.
Damascio ofrece una clara acusación contra el patriarca y
explica las causas de su hostilidad hacia la filósofa: «Ocurrió un día que
Cirilo, obispo del grupo opuesto, pasaba por delante de casa de Hipatia y vio
una gran multitud de gente y de caballos a su puerta. Había quienes llegaban,
quienes se marchaban y quienes esperaban. Cuando Cirilo preguntó por el
significado de aquella reunión y los motivos del revuelo, sus criados le
explicaron que era la casa de la filósofa Hipatia y que ella estaba
saludándoles. Cuando Cirilo oyó esto le entró tal ataque de envidia que inmediatamente
empezó a conspirar su asesinato de la manera más detestable». Según Damascio, la
envidia, pues, habría sido el desencadenante de los hechos.
Pero hay otro motivo que pudo influir en el ensañamiento del
obispo: las buenas relaciones de Hipatia con Orestes, el prefecto de la ciudad,
que años antes había sido atacado por un grupo de fanáticos, uno de los cuales
lo había herido en la cabeza con una piedra. El agresor, un monje llamado
Amonio, fue sometido a tortura y falleció, tras lo cual Cirilo depositó sus
restos en una iglesia y le rindió el culto que se daba a los mártires. Por
ende, las relaciones entre el poder eclesiástico y el poder civil se habían
tensado hasta el extremo, e Hipatia reunía la doble condición de pagana y
próxima a Orestes, lo que no podía menos que concitar el odio del patriarca.
En el cuarto año del obispado de Cirilo (se sitúa entre el
año 415 y 416 d.C), en el mes de marzo durante plena cuaresma, una turba de
monjes venidos rodearon en pleno día a Hipatia en la misma puerta de su casa, la
arrastraron a golpes hasta el interior de una iglesia y allí la desnudaron y la
descuartizaron, desgarrando sus carnes con conchas y tejas, y después de muerta
quemaron sus restos en una hoguera.
El trágico final de Hipatia lo podemos interpretar a través
de dos textos fundamentales. El primero es el testimonio de Sócrates
Escolástico, historiador cristiano coetáneo de Hipatia, el segundo es de Juan,
Obispo de Nikiu, dos siglos más tarde:
“Cayó víctima de las intrigas políticas que en aquella época
prevalecían. Como tenia frecuentes entrevistas con Orestes (el Prefecto de
Alejandría), fue proclamado calumniosamente entre el populacho cristiano que
fue ella quien impidió que Orestes se reconciliara con el obispo (Cirilo).
Algunos de ellos, formando parte de una fiera y fanática turba, cuyo líder era
un tal Pedro (Pedro el Lector), la aprehendieron de camino a su casa, y
arrastrándola desde su carro, la llevaron a una iglesia llamada Cesareo, donde
la desnudaron completamente, y la asesinaron con tejas (la palabra griega
original, ostrakoi no deja claro si se trató de tejas o de ostras). Después de
desmembrar su cuerpo, llevaron sus restos a un lugar llamado Cinaron, y allí
los quemaron. Este asunto dejó caer el mayor de los oprobios, no sólo sobre
Cirilo, sino sobre toda la iglesia de Alejandría. Y seguramente nada puede
haber más lejos del espíritu cristiano que permitir masacres, luchas y hechos
de este tipo. Esto sucedió en el mes de Marzo durante la Cuaresma, en el cuarto
año del episcopado de Cirilo, bajo el décimo consulado de Honorio y el sexto de
Teodosio.”
Sócrates Escolástico (s. V dC). Historia Ecclesiatica. Libro
VI, capítulo 15
“… Una multitud de creyentes en Dios se levantaron guiados
por Pedro el Magistrado, y procedieron a buscar a la mujer pagana que había
engañado a la gente de la ciudad y al prefecto (Orestes) con sus
encantamientos. Y cuando descubrieron el lugar donde se encontraba, la fueron a
buscar y la hallaron cómodamente sentada; habiéndola hecho descender, la
arrastraron por todo el camino hasta la iglesia mayor, llamada Cesareo. Esto
sucedió en los días de Cuaresma. Le arrancaron la ropa y la arrastraron por las
calles de la ciudad hasta que le provocaron la muerte. La llevaron a un lugar
llamado Cinaron y quemaron su cuerpo. Todo el mundo rodeó al patriarca Cirilo y
le aclamaron como “el nuevo Teófilo”, ya que él había acabado con los últimos
restos de idolatría de la ciudad.”
Juan, Obispo de Nikiu. Crónica 84.87-103
Su muerte causó gran revuelo entre la comunidad, y según
varias fuentes, el asesinato fue un crimen oprobioso para los cristianos y
redujo la influencia política del patriarcado alejandrino. Lo cierto es que
Hipatia debía tener alrededor de cincuenta años o más cuando fue cruelmente
asesinada, y con su muerte se puso fin a
los actos violentos contra los filósofos paganos de Alejandría, cuya escuela
siguió activa hasta el siglo VII.