Por la fascinación que Egipto despertó en científicos e historiadores, fue como llegó a conocerse una civilización tan antigua, luego de los primeros hallazgos de su misteriosa y deslumbrante cultura. Esos extraordinarios legados culturales hallados en distintos lugares de su árido territorio, deben su origen a una creencia religiosa del pueblo egipcio: la continuidad de la vida después de la muerte, que da lugar a la momificación. Por eso, los bienes predilectos del difunto eran sepultados junto con él para hacer más placentero su paso al otro mundo. Además, también eternizaron muchos rasgos de su cultura, en edificaciones monumentales, como templos o pirámides, que perduraron gracias a que fueron construidos con materiales muy duros y resistentes al clima desértico del país.
Muchos de estos monumentos funerarios iban acompañados de pequeños objetos, inscripciones, dibujos o jeroglíficos, esculpidos en la propia piedra, y decorados con grabados, esculturas y pinturas que muestran escenas de la vida diaria o ritos religiosos. En estas distintas manifestaciones del arte egipcio (arquitectura, escultura, pintura) se encuentran muchos modos de su quehacer cotidiano, características de su vestimenta, alimento, cultivo, caza, pesca, escritura, religión, etc.
Los hallazgos más importantes que permitieron conoces aspectos interesantes de la vida cotidiana egipcia se obtuvieron por excavaciones realizadas en la antigua ciudad de Tel-el-Amarna, fundada por el faraón Akenatón, casi equidistante entre las ciudades capitales de Menfis y Tebas, y en un pequeño pueblo de trabajadores llamado Deir-el-Medina. En Tebas se encontraron dos de los templos más impresionantes de Egipto: Luxor y Karnak, edificados en honor de Amón-Ra, dios del Sol y creados del universo.
Y así, a través de los años han continuado las excavaciones y los hallazgos hasta nuestros días, sorprendiéndonos con cada descubrimiento.
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